domingo, 23 de octubre de 2016

El Sistema Braille consta de dos niveles: Braille Integral (Braille I) y Estenografía (Braille II). El primero es aquel que reemplaza cada letra y signo en tinta por un signo en relieve; siendo el de más uso. Mientras que en la Estenografía se emplean signos que representan palabras completas o grupos de palabras.

La finalidad principal de la Estenografía Braille, es reducir el volumen de los textos lo que repercute en varios aspectos como son:

     ·       Economía en su producción al emplear menor  
                cantidad de papel.
·           Reducción en el espacio necesario para su  
             almacenamiento.
·          Agilidad en la lectura y escritura braille al emplear  
            menor tiempo y esfuerzo en realizarla.


Referencias Históricas


El valor de la estenografía
Por Carlos García


La unificación de la estenografía Castellana que hoy conocemos, es decir, del Sistema Braille Grado 2, procede de los acuerdos establecidos en la conferencia celebrada en Montevideo en 1964, con las recomendaciones adoptadas en el Primer Congreso Internacional de Imprentas Braille de Habla Hispana de 1966. A la reunión del 64 concurrieron los representantes de los países del área hispanoamericana y uno por parte del Consejo Mundial del Braille. Este organismo ratificó la vigencia de los acuerdos por 20 años, pero andando el tiempo no se ha vuelto a tratar el tema a nivel oficial, hecho que sorprende más aún luego de las reformas de algunos signos del Braille integral en 1987.
 La Editora Nacional Braille prologó su impresión de la estenografía hispanoamericana con una breve reseña histórica que conviene resaltar, como un acto de justicia con aquellos que prestigiaron  nuestra tiflología y emprendieron el estudio sistemático de las características y posibles aplicaciones del sistema Braille. La primera estenografía castellana se publicó en Barcelona en 1905, gracias al método ideado por el ciego español Emilio Lladó, y llegó a la Argentina a través de Ramón Domínguez Sans, jefe de la primera imprenta Braille que funcionó en el antiguo Instituto Nacional de Ciegos de Buenos Aires. Entre las iniciativas hechas en la materia, vale mencionar el Tratado Argentino de Estenografía editado en 1944. Lamentablemente esta obra se perdió y no hemos podido consultarla, pero sabemos que fijó las bases para la implantación del grado 3, nivel existente en otras lenguas y más cercano a la taquigrafía, con mayor número de supresiones  del integral y donde la velocidad en la escritura  se privilegia sobre la claridad. Una misma combinación de puntos representa distintas abreviaturas, por ejemplo la contracción es (puntos 1 2 4 6) equivale en otro contexto al principio des, que no existe en grado 2. Si bien ignoramos qué trascendencia  tuvo en otros países, quedan las huellas de su aplicación en revistas y libros de la época. Suponemos que alcanzó alguna difusión, pues el profesor colombiano Héctor Cadavid Álvarez, de la escuela Hadley,  se basó en este tratado para crear su curso por correspondencia de grado 3, que otro profesor de ese país, José Arias Puello, digitalizó a partir de sus apuntes en braille con dedicación y paciencia inestimables, pues gracias a su aporte conocemos el único intento sistemático en este campo. Aunque hoy sólo tenga valor histórico y ya no se aplique, debemos enfatizar el trabajo y la audacia de quienes colaboraron en su formulación, al par que la versatilidad del sistema Braille en su adaptación a tales propósitos.